Por las piñas de los agaves circulan líquidas historias, algunas de los campesinos que los cuidan al crecer, otras de los maestros mezcaleros que los hacen florecer, y otras más de los bebedores, quienes en cada sorbo les dan vida. Y son en esas Aguas Mansas, llenas de historias, donde se depositan los aromas y sabores de una de las bebidas con más identidad para el mexicano, el mezcal. Con sus dualidades reveladas, esta bebida caída del cielo, encontró en la tierra y sus entrañas, endemoniadas virtudes que la han hecho protagonista de rituales en solitario, en grupo, por los campos y por las ciudades. Beber mezcal Aguas Mansas es agitar lo mejor que surge de un agave Espadín que pasa por horno cónico de tierra, una molienda en tahona de piedra, fermentación en tina de madera y destilación en alambique de cobre.